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domingo, 22 de marzo de 2009

Así fue...


Justo cuando el techo del cielo los cubría bajo su alero estrellado, el viento envolvía el sonido de las olas reventar alimentando sus oídos.

El aire livianamente fresco rodeaba los cuerpos de quienes yacían posados sobre la arena fina que se extraviaba en las manos de ella como un reloj de arena marcando un tiempo para el regocijo del espíritu.

No sabían que el horizonte era sólo un matiz del universo, ignoraban que frente a ellos tenían un sendero tendido a sus pies descalzos.

Eran parte de una misma esencia . . . complementos que los hacia sentir completos.

Se dispusieron para abrir las puertas de un juego ancestral, ambos unidos por un círculo imaginario que impedía que escapasen. . . y que de hacerlo lo harían juntos.

Sus miradas llenas de risa se cruzaban mientras buscaban la manera de zafarse del otro, aún así persistían cayendo juntos sobre la arena una y otra vez...él, con el cuidado de que sus cabellos reposaran suavemente en cada grano de arena...ella con la sujeción que le asegurara una caída para su contendor, más fuerte que un abrazo de despedida...más estrecho que un beso de reencuentro.

Si caer significaba elevarse en un viaje interminable, ellos habrían de viajar cada vez...tomando el recorrido de sus miradas como hoja de ruta.

Cuando estas por fin hubieron de encontrarse clavando sus iris, él descubrió la apertura de su ser, el despliegue de sus ansias humanas por aquello que en su interior lleva consigo, aquella que lo ha inspirado mas allá del tiempo y del espacio. Sin pensarlo se atrevió a tocar la puerta de su corazón a través de un sutil beso que terminó por hacerlo encallar en sus labios dulces y suaves...como lo sería si lograra deslizarse por su piel.

Sintió entregarle su aliento, como añoraba siempre despertarla en cada llamado por las mañanas, corroboró que lo que siente y ve de ella es tal cual ha sido hasta ahora...la comisura de sus labios hacían que inclinase su cabeza para imbuirse del aroma que emanaba desde su cuello...para sus adentros...la tenía para el solo...solo él y la inmensidad de la noche, con la complicidad de la luna, la autoría de las estrellas por un contexto maravilloso, la sinfonía orquestada del mar ondulándose por sus sentimientos.

Sus huellas permanecerán en sus recuerdos más que en la arena, la humedad de sus labios quedará impregnada como la espuma del mar, sus miradas serán mas intensas que el fulgor de quienes fueron sus testigos...

Si el poeta los hubiera observado encontraría en ellos la respuesta para esta alicaída humanidad y los problemas del hombre . . . simplemente amor.
B.G.R.

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